Pastora

En la cama, ya estaba abriendo los ojos y viendo con claridad que aquello no era lo que deseaba. Recordó su infancia, su amor por los animales. Vivir como una rebelde.sin gusto, drogarse para tener relaciones sexuales, aguantar a alguien que ni valía la pena y desperdiciar así la vida...

Quizás la solución fuese ir al campo, salir de ciudad, y, literalmente, cambiar de aires. Volver a la individualidad, cotidianeidad. Le gustaba estudiar, pero disfrutaba más con los trabajos poco sedentarios, moverse y hacer algo útil. 

Se acordó de Pedro, y sus ovejas, el del pueblo de su abuela. El hijo del vecino, aquél que, aunque simple, le hacia feliz. Su siempre amigo. Le dijo que cuando fuesen mayores, cuidarían de los animales, del rebaño, ordeñarían, harian queso y lo venderían. Dos con el perro y la manada.  Él tenía una  gran casa para ambos, ya que su abuela había vendido la que tenía antes de entrar en la residencia. Se lo había propuesto, en el último viaje que hizo a esa villa hoy transformada en un hotel de lujo.

Aún no era tarde. Le llamaría, ¿o era mejor presentarse? Hacia dos años que no sabía de él. Mejor llamar. Si cuando entrase la enfermera, le pediría hacer una llamada. Le pediría si aún la admitía. Pedro llevaba 2 años sin saber de ella. ¿Se habría casado? Pero aún estaba débil, y, al menos, algo bueno pensó antes de cerrar los ojos y pensar en las ovejas, el queso, el establo y la casa a reformar...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Guía de turismo

Doctora

Arquitecta?????