La niñera

Le gustaban los niños, pero era joven para tenerlos. Y menos, sin tener nada más que un bachillerato acabado y 22 años. Eligió empezar Universidad, en septiembre, y como bien se sabe, del aire no se vive, y envió varios CV. Vio una oferta en una agencia, "aur pair en Estocolmo", pero no era el momento. No obstante, entró, preguntó y se apuntó para la zona de residencia.

Y la llamaron. Martes y miércoles por la tarde con Laura, ballet y repaso; jueves, viernes tarde, sábados y domingos, completo, Luna y Érika, en estudios y tiempo libre. Y lunes, libre, "los lunes al sol", decía ella, como el título de esa película tan triste de personas que no trabajaban ni estudiaban... Mañanas de Universidad a distancia, tardes familiares. Añoraría a sus amigas, pero era mejor un contacto menos frecuente, quizás más tecnológico, y cambios de vida, hábitos, y centrarse en su carrera de Educadora, profesora en colegios, y practicar sus habilidades educativas con las niñas que cuidaba.

Quizás más agotada en algunos momentos, con Laura había calma y seguridad, una niña buena y obediente, de la que podía confiar, y más descanso, pero con las otras dos, sí había más movimiento: fiestas en casa, guerras de globos y acampadas en el jardín, cines, lectura, paseos, playa, excursiones, parques, biblioteca, supermercados... Los sábados se quedaba a dormir con ellos, el domingo era un día completo, comidas también incluidas, tenía mucha suerte de trabajar con familias ricas y niñas agradables.

Y aunque añoraba el romance, como decía esa canción, y leía más libros románticos que de costumbre, ahora, la vida era diferente, y quizás, más feliz que cuando sufría por amor...

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