It is Sex!

Era joven, y tenía ganas de hacer locuras. La vida salvaje le gustaba, no quería un marido ni hijos por lo menos hasta los 35 años, y siempre le gustaba hacer lo que quería.

Se había deshecho de los protocolos, normas, imágenes de reglas y vivir impuestas por su familia, y ese hombre no iba a ser quién le impidiese hacer lo que quería. 

Se acordó de aquella noche donde aquél relaciones públicas de Madrid le ofreció su tarjeta y le dijo: "Si engordas un poco y te apetece llámame para hacer vídeos eróticos. Se paga muy bien". Y tenía ganas de sentirse deseada, querida, adorada y de paso, tener experiencias, y supuestamente, más divertidas y menos inquisidoras con iguales que con hombres que sólo querían mujeres a su gusto a quienes adiestrar. Pole dance, camas redondas, streaprease, bailes, anécdotas, etc era lo que deseaba probar, y estaría respaldada por una compañía y su personal. 

Así pues, compró un billete sólo de ida tras la llamada que realizó a su nuevo mánager, y con una maleta y un bolso, se presentó en la capital dispuesta a disfrutar, aunque fuese, brevemente, del paraíso del Deseo.

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