Despierta

- Pero, ¿qué haces?- se dice a sí misma.

- Así no eres. Ya no. No eres de esas chicas que se dejan llevar por lo que dicen esos maltratadores de bares, esos músicos fracasados, esos borrachos empedernidos que sólo critican o de esas personas que sólo dicen que mientes o que si te inventas para quedar bien ellos. Y los hay, más de lo que parece, de esos enfermos...

- La verdad es que no te mereces el maltrato. Ni automaltratarte- el diálogo continúa.- Las clases de gimnasio son torturas divertida, seguir con personas que sólo quieren tener la razón sin ser verdad, no. Olvídale. Además, es un señor mayor para ti, no tiene ni potencia sexual ni sabe hacerte feliz sino llorar...

- Levántate, despierta. Aunque no te acuerdes de la canción de Edurne. Ya sabes que no vas a ser cómo las de Instagram, esas niñas mimadas que a cualquier chorrada le dan ropita y bombones, sabes que cuando se entere la familia sólo te llamará tonta y te dirán idiota por ir con ese que no te conviene.

- Abre los ojos. Tienes vida. ¿Has visto los muertos vivientes desde la pandemia? Pues tú sigues viva. Así que plantea buenos cambios, como estudiar, aunque sea Turismo, que dicen que hay mucho trabajo, y vuelve al grupo del gym. Ya irás a Roma cuando se pueda, y a Londres, aunque ya no sea con la ilusión que tenías hace unos meses y pensabas que sí. Tienes bibliotecas, televisión, sabes lo que se cuece y como está ahora la gente, con lo de priorizar a inmigrantes sin nada o a la niña de papá que se cree la dorada...

Y se despierta, esta vez, renovada y motivada, dispuesta a hacer de su vida una vivencia feliz y de su gusto, y no lo que un loco verde aburrido de la vida le dice...