La bruja...
A los 16 años había aprendido a leer las cartas. Ella y sus amigas entraron en una tienda donde una tarotista les leyó el porvenir, y sí, estaba escrito: advirtió que un hombre la intentaría anular y debía huir de él. Y sí, pasó, sólo que años después, y al menos, podía cambiar... Fue a la tienda. Esa mujer ya no estaba allí, pero consiguió a base de esfuerzo, y aunque no era legal, el teléfono de ella. La llamó. Quedaron. Se vieron. Un té y una conversación muy larga sobre lo sucedido. La tarotista, quién casi ni creía en sus lecturas, la recordó. - ¿Sabes? Personalmente, no creo mucho en mi trabajo, pero un 90% de las personas me dicen que acierto. Yo espero que no sean adictos a estos juegos, pero mucha gente se pierde en estos juegos... No me gustaría que tú lo hicieses... Orientar sí, pero sabes que es azar y probabilidades... - Me gustaría pedirle que me enseñase a leerlas, ¿lo harías? - Con la condición de que no te dediques a ello y no te obsesiones, podrías perderte. Como esas...